lunes, 4 de noviembre de 2013

AQUÍ MISMO: "Manita de gato"

Por: Leopoldo Reyna

Dice el primo de un amigo que en algunas familias es común que la casa esté hecha un chiquero. Ropa sucia revuelta con limpia, clósets llenos de polvo y con mil trebejos donde hay de todo, menos ropa; en la cocina, ni se diga, la estufa impregnada de cochambre, los trastes sucios, los vidrios salpicados. El baño, ¡puafff!, ya se lo imaginarán, sucio, mal oliente y lleno de sarro u hongos.

Y de repente, la voz de alarma: “Tenemos visitas”. Todo mundo corre a tender camas, a guardar la ropa, a lavar ventanas, a recoger tiliches, a lavar el baño con el mejor producto del mercado, todo para que nuestros visitantes lleguen a un lugar digno.

Pues así mismito está la ciudad de Oaxaca, todo el año está hecha un chiquero. Baches, hoyancos, basura, pestilencia, grafiti, deficiente iluminación, dobles o triples filas, falta de señalamientos, semáforos inservibles, un muladar, pues.

Ah, pero eso sí, ya se aproxima el XII Congreso Mundial de la Organización de las Ciudades del Patrimonio Mundial del cual Oaxaca es sede. Entonces sí, a bachear, a pintar, a arreglar, a componer, a simular que vivimos en una ciudad de primer mundo. Sólo cuando hay invitados le echan una “manita de gato” a la vapuleada ciudad. Y aunque siga lloviendo, las máquinas ya están a todo lo que da; accesos a la ciudad ya lucen pintaditos y bacheados, aunque sea pa’ la foto.

El XII Congreso Mundial de Ciudades Patrimonio se desarrollará del 19 al 22 de noviembre, y ¿qué se imagina usted pasará cuando este magno evento culmine? Pues todo seguirá igual: decenas de colonias y un número mayor de calles y avenidas en cruceros importantes de la ciudad de Oaxaca seguirán en el deterioro total, sin autoridad que haga algo por atenderlas.

Seguiremos viendo a los ciudadanos tapando enormes hoyos con tierra o bien colocándoles botes, sillas o cualquier otro elemento para alertar a los automovilistas sobre el riesgo, y así hasta que llegue otro eventazo con invitados de lujo y entonces nuestros flamantes gobernantes quieran lucirse y seguir simulando.

Sonrisa y abrazo festivo a cada llegada…

Los que se saludan con un gustazo cada que hay reunión oficial son los funcionarios públicos. Aunque por debajo de la mesa se den de patadas, no falta la expresión como: “hermano, ¿cómo estás? (o será: “hermano, ¿cómo?, ¿estás?”).

Y aunque el Gobernador llegue dos horas tarde, ahí están todos intercambiando abrazos, apapachos, apretones de mano; otros más se van al rinconcito (¿a conspirar?). Pero de que se esperan, se esperan, aunque a cada minuto estiren la mano para mirar su reloj, pues el mandamás pasará lista con la mirada.

Y cuando el patrón llega, el rostro de hastío cambia, de hecho se ilumina; todos de pie para la salutación. Llegó el momento en que el jefazo extiende su blanca mano y comienza el pase de lista. Todos satisfechos van tomando sus lugares y los rostros desencajados por la espera desaparecen.

En fin, no por nada dicen que la política es el arte de comer excremento y sonreír, ¿o no?

Ahora no puedes cambiar tu forma de ser…

Agentes de ventas, agentes de seguros, comisionistas y demás lo seducen a uno cuando le quieren endilgar un servicio financiero. Al principio todo es miel sobre hojuelas, todo es idilio. Te buscan en tu centro de trabajo, te invitan el café, te llaman por teléfono desde su propio celular, son muy amables y respetuosos. Te entienden, son parte de tu vida, buscan clientes 100% satisfechos, somos su prioridad, somos su porqué.

En cuanto necesitas cancelar el servicio, ¡aguas!, es como el divorcio. No te pelan, no te contestan las llamadas (ahora eres tú quien les llama desde tu celular). Llamas al famoso 01800 y ni siquiera te contesta una persona, sino una grabación que te trae de extensión en extensión y cuando por fin te contesta un ser humano, ¡zaz!, te dice que te va a transferir al área de atención y quejas. Y de nuevo el peregrinar por la línea 01800. ¿Le ha pasado algo así, querido lector? Nos leemos la próxima Aquí mismo.

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