martes, 31 de diciembre de 2013

Felice$ vacacione$



 

La Opinión "Aquí Mismo".- Es común que en temporada de vacaciones, dada la afluencia vehicular en carreteras estatales y federales, los policías de caminos y agentes de tránsito se vean tentados a sacar una ganancia extra a costa de los paseantes. Basta cualquier pretexto para intimidar a los ciudadanos...


Una familia oaxaqueña, al transitar por la carretera federal México-Puebla, en el tramo de Ixtapaluca, Estado de México, después de haber pasado algunos días en el Distrito Federal, fue interceptada por un grupo de agentes de tránsito estatales, quienes ordenaron detener el vehículo en el que viajaban los vacacionistas.

El motivo: “Trae usted dos calcomanías distintas”. Pese a las explicaciones de que en Oaxaca se acababa de registrar un emplacamiento vehicular y que esa era la razón de tener dos calcomanías de placas distintas, los elementos no escucharon razones.

Pidieron tarjeta de circulación, póliza de seguro, licencia de conducir. Todo fue debidamente acreditado, inclusive la verificación vehicular, pero no fue suficiente; los agentes argumentaban que las dos calcomanías se prestaban a confusión.

Amenazaron con levantar la unidad y llevarla a un corralón, y tras una álgida “negociación”, descaradamente dijeron que con 1,500 pesos los dejarían ir. El conductor, jefe de familia, con sus hijos, madre y esposa a bordo no tuvo opción y cayó en el juego del gato y el ratón.

El lema de muchas corporaciones de “proteger y servir” es eso, un lema, pues no hay autoridad alguna que pueda defender al ciudadano de estos voraces elementos policiacos, quienes con pistola al cinto y en parvada se disponen a “asaltar” a los ciudadanos. ¿Qué se puede hacer? ¿Denunciarlos? ¿Exponerse a que después emprendan una venganza de mayores proporciones? En muchos de los casos se trata de policías corruptos que están involucrados con el crimen organizado.

¿Vale la pena denunciar? ¿Y si el jefe de ellos está metidazo en una red de corrupción? Ya no se sabe. Mientras Gobernadores y altos funcionarios dicen que la policía está para ayudar a la ciudadanía, muchos de estos elementos realizan estas prácticas gansteriles. ¿Hasta cuándo?

Otra práctica innecesaria es la de los retenes militares; marcar el alto a autobuses para revisar las maletas es la labor más estéril que he visto. Tuve oportunidad de presenciar un “operativo” de este tipo. Los soldados marcan el alto al autobús; éste se detiene, sube a bordo un soldado quien indica que en apego a la ley de explosivos (¿esa ley sí se cumple? Yo veo infinidad de puestos de cohetes y pólvora por doquier) se efectuará una revisión al equipaje.

Entonces, quienes llevan mochilas o maletas en la parte inferior del autobús, tienen que descender de la unidad para ver cómo los soldados meten mano a las pertenencias de los pasajeros.

Y tal cual, toman las maletas, las abren y revisan todo, aunque en el equipaje salgan calzoncillos, toallas sanitarias, pañales, medicinas, ropa, desodorantes, medicamentos, todo, menos armas y explosivos.

Yo siempre he dicho que quien en verdad quiera hacer volar un ducto de gas, un autobús, una patrulla (de preferencia de agentes de vialidad del Estado de México) o quiera traficar armas o explosivos, lo va hacer sin miramientos y sin pasar por un retén de revisión de toallas sanitarias. Es innecesario destinar elementos castrenses a hacer esa labor que hasta ellos mismos reflejan en su rostro la vergüenza que les da practicarla. En fin, el mundo al revés…

Y ya que estamos hablando de vacaciones placenteras, pues ahora resulta que a partir de este 1 de enero, el Gobierno Federal, además de permitir retenes innecesarios y de hacerse de la vista gorda con agentes transas que “muerden” al ciudadano, ha ordenado un incremento del 16 por ciento al precio del pasaje.

Sí, estimado lector, si usted viajaba de la ciudad de Oaxaca a la Ciudad de México por 474 pesos, pues ahora lo hará por 75.84 pesos más; es decir, por 549.84 pesos; dinero que se va directo a Hacienda para dizque hacer crecer a México (y a quienes tienen el altísimo honor de servirlo). Y como siempre, somos los ciudadanos como usted y como yo quienes pagamos los platos rotos de esta política fiscal errática.


Compras de pánico

¿Ha visto usted los estacionamientos de los centros comerciales atiborrados de vehículos? ¿Ha visto usted a señoras peleándose por un vestido que dizque está en oferta? ¿Ha visto usted a los trabajadores de una tienda con la puerta cerrada a las 10:00 de la noche, ya sólo esperando a que algunos compradores ya se salgan y regresen al día siguiente para hacer sus compras con más calma? Yo sí lo he visto y no es más que el síndrome de las compras de pánico que la gente padece cuando recibe un aguinaldo y no sabe cómo gastarlo más que en compras que le dejan un momento de satisfacción y mil dolores de cabeza en enero. Recuerde, regale afecto, no lo compre. ¿O no, querido lector? Nos leemos Aquí Mismo el próximo año.

Les deseo una feliz noche vieja al lado de sus seres queridos, así como un  próspero año 2014. Que Dios nos libre de funcionarios corruptos, agentes voraces, mayores impuestos, retenes innecesarios y compras de pánico.

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