Desde
hace 34 años, la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de
la Educación se ha venido transformando en un poder dentro del poder. Controla
el 95% del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca; se chupa 99% del
presupuesto de ese elefante blanco; cada día crece en membresía (ahora son 76
mil profesores “quesque” democráticos).
Es
el único gremio que trabaja (si es que se le puede decir trabajo a un horario
de 8:00 a 12:30, de lunes a jueves, ah, porque los viernes hacen sus reuniones
gremiales) menos de 150 días al año y recibe 90 días de aguinaldo; es el único
gremio que cuando no trabaja cobra puntualmente sus quincenas.
Es
el único gremio que puede violar la ley y al cual no puede aplicársele sanción
alguna. No hay gobierno ni federal ni estatal ni municipal que se le imponga
(salvo algunas excepciones, como en el caso de la Villa de Mitla).
La
semana pasada vimos que mediante el uso de la fuerza, alrededor de 2 mil
maestros del Cártel de la 22, digo, de la Sección 22, apoyados por miembros de
FUL-APPO, jóvenes anarquistas y del Frente Revolucionario Popular, recuperaron
las instalaciones del jardín de niños “Donají”, de la primaria “Hermanos Flores
Magón” y del módulo de la secundaria técnica de la colonia Los Ángeles del ayuntamiento
de San Jacinto Amilpas que estaban bajo la operación de la Sección 59.
Padres
de familia y habitantes de la localidad les hicieron frente y lucharon a pedradas
y con cohetones por lo menos durante 20 minutos. La gresca se extendió por
calles aledañas con el resultado de dieciocho personas heridas, quince por
parte de los colonos (uno, herido de bala), dos del bando de maestros y un policía estatal, el cual fue
retenido por los profesores.
Los
democráticos “maistros” secuestraron unidades del transporte urbano y hasta de
una institución privada, y comenzaron a dispersarse por las calles, presionando
así a los padres de familia, hasta que ingresaron a las escuelas por las malas.
Pero
eso no fue todo, días antes, los maestrines de la 22 irrumpieron en la sede de
la Sección 59 del SNTE, donde causaron destrozos a oficinas, quemaron unos 3
mil expedientes y sustrajeron equipos de cómputo, fotocopiado y filmación, así
como cheques y un millón de pesos.
La
pregunta es: ¿La ley permite que este tipo de tropelías ocurran sin castigo
alguno? No soy abogado (ni Dios lo mande) pero mi sentido común me dice que no
debe haber impunidad. Nadie se atreve a tocar a esos señores. Pueden sitiar a
toda una ciudad y no pasa nada, ¿por qué tanto miedo?, ¿por qué tanta
complacencia del Gobierno del Estado de Oaxaca hacia este gremio?
En
ellos aplica la ley sólo a su conveniencia, sólo cuando cobran y para mantener
sus privilegios; pero cuando es para responder por sus daños y perjuicios, ahí
la ley no se aplica, así soy, ¿y qué? Podrá
haber mil denuncias ante la PGJE o ante la misma PGR, pero ahí se quedarán, tan
silentes como los mismos encargados de procurar “justicia”.
Fraccionamientos
en el olvido
A
propósito de la Feria de la Vivienda que se celebrará del 2 al 6 de diciembre y
en la que participarán constructores, contratistas y demás promotores de
espacios habitables, cabría una reflexión:
La
propagación de fraccionamientos, sobre todo de interés social, se está
convirtiendo en un jugoso negocio para autoridades municipales, quienes a
discreción exprimen a los constructores con tal de permitirles la construcción
de casas-habitación.
Los
voraces constructores no son una perita en dulce, construyen como si hornearan bolillos;
es decir, se avientan la construcción de hasta mil 500 casas en un dos por tres
y los resultados son alarmantes:
Falta
de agua potable, vicios estructurales ocultos, espacios de hasta 35 metros
cuadrados, “quesque” porque en Oaxaca la tenencia de la tierra es un lío; falta
de vigilancia, falta de alumbrado público, inseguridad pública, falta de
servicios como la recolección de basura (que por cierto da pauta para el
monopolio de la basura por parte de algunos vivales que cobran hasta 10 pesos
por bolsa) y que los colonos se hagan bolas solos.
También,
quienes cometen la osadía de contraer un crédito hipotecario para acceder a una
vivienda de interés social, se enfrentan al rechazo de los pueblos donde se
asientan los fraccionamientos. Se les cataloga como arribistas y no se les
permite participar en la organización interna del pueblo a donde llegan. No
pueden votar, no pueden opinar, no tienen derecho al panteón municipal ni a los
servicios que ofrece el municipio como deber constitucional. Ah, eso sí, están
obligados a pagar predial.
Oaxaca
carece de una Ley de Condóminos actualizada y funcional que les dé certeza
jurídica y administrativa a los habitantes de esos espacios habitacionales. No
hay autoridad que ponga orden al respecto. Infonavit y Fovissste sólo dan
permisos y no vigilan que verdaderamente los fraccionamientos sean el espacio
idóneo para el desarrollo de las familias. Estos institutos pagan a los
constructores por casas que sólo dolores de cabeza les provoca a los usuarios. ¿Quién
se atreverá a poner orden? Mientras haya jugosas comisiones para los
presidentes municipales, lo dudo. Nos leemos la próxima Aquí Mismo.
@Aquimismooax
aquimismooax@gmail.com
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