La Opinión "Aquí Mismo".- Es común que en temporada de
vacaciones, dada la afluencia vehicular en carreteras estatales y federales,
los policías de caminos y agentes de tránsito se vean tentados a sacar una
ganancia extra a costa de los paseantes. Basta cualquier pretexto para
intimidar a los ciudadanos...
Una familia oaxaqueña, al
transitar por la carretera federal México-Puebla, en el tramo de Ixtapaluca,
Estado de México, después de haber pasado algunos días en el Distrito Federal,
fue interceptada por un grupo de agentes de tránsito estatales, quienes
ordenaron detener el vehículo en el que viajaban los vacacionistas.
El motivo: “Trae usted dos
calcomanías distintas”. Pese a las explicaciones de que en Oaxaca se acababa de
registrar un emplacamiento vehicular y que esa era la razón de tener dos
calcomanías de placas distintas, los elementos no escucharon razones.
Pidieron tarjeta de
circulación, póliza de seguro, licencia de conducir. Todo fue debidamente
acreditado, inclusive la verificación vehicular, pero no fue suficiente; los
agentes argumentaban que las dos calcomanías se prestaban a confusión.
Amenazaron con levantar la
unidad y llevarla a un corralón, y tras una álgida “negociación”,
descaradamente dijeron que con 1,500 pesos los dejarían ir. El conductor, jefe
de familia, con sus hijos, madre y esposa a bordo no tuvo opción y cayó en el
juego del gato y el ratón.
El lema de muchas
corporaciones de “proteger y servir” es eso, un lema, pues no hay autoridad
alguna que pueda defender al ciudadano de estos voraces elementos policiacos,
quienes con pistola al cinto y en parvada se disponen a “asaltar” a los
ciudadanos. ¿Qué se puede hacer? ¿Denunciarlos? ¿Exponerse a que después
emprendan una venganza de mayores proporciones? En muchos de los casos se trata
de policías corruptos que están involucrados con el crimen organizado.
¿Vale la pena denunciar? ¿Y si
el jefe de ellos está metidazo en una red de corrupción? Ya no se sabe.
Mientras Gobernadores y altos funcionarios dicen que la policía está para
ayudar a la ciudadanía, muchos de estos elementos realizan estas prácticas gansteriles.
¿Hasta cuándo?
Otra práctica innecesaria es
la de los retenes militares; marcar el alto a autobuses para revisar las
maletas es la labor más estéril que he visto. Tuve oportunidad de presenciar un
“operativo” de este tipo. Los soldados marcan el alto al autobús; éste se
detiene, sube a bordo un soldado quien indica que en apego a la ley de
explosivos (¿esa ley sí se cumple? Yo veo infinidad de puestos de cohetes y
pólvora por doquier) se efectuará una revisión al equipaje.
Entonces, quienes llevan
mochilas o maletas en la parte inferior del autobús, tienen que descender de la
unidad para ver cómo los soldados meten mano a las pertenencias de los
pasajeros.
Y tal cual, toman las maletas,
las abren y revisan todo, aunque en el equipaje salgan calzoncillos, toallas
sanitarias, pañales, medicinas, ropa, desodorantes, medicamentos, todo, menos
armas y explosivos.
Yo siempre he dicho que quien
en verdad quiera hacer volar un ducto de gas, un autobús, una patrulla (de
preferencia de agentes de vialidad del Estado de México) o quiera traficar
armas o explosivos, lo va hacer sin miramientos y sin pasar por un retén de revisión
de toallas sanitarias. Es innecesario destinar elementos castrenses a hacer esa
labor que hasta ellos mismos reflejan en su rostro la vergüenza que les da
practicarla. En fin, el mundo al revés…
Y ya que estamos hablando de
vacaciones placenteras, pues ahora resulta que a partir de este 1 de enero, el
Gobierno Federal, además de permitir retenes innecesarios y de hacerse de la
vista gorda con agentes transas que “muerden” al ciudadano, ha ordenado un
incremento del 16 por ciento al precio del pasaje.
Sí, estimado lector, si usted
viajaba de la ciudad de Oaxaca a la Ciudad de México por 474 pesos, pues ahora
lo hará por 75.84 pesos más; es decir, por 549.84 pesos; dinero que se va
directo a Hacienda para dizque hacer crecer a México (y a quienes tienen el
altísimo honor de servirlo). Y como siempre, somos los ciudadanos como usted y
como yo quienes pagamos los platos rotos de esta política fiscal errática.
Compras de pánico
¿Ha visto usted los
estacionamientos de los centros comerciales atiborrados de vehículos? ¿Ha visto
usted a señoras peleándose por un vestido que dizque está en oferta? ¿Ha visto
usted a los trabajadores de una tienda con la puerta cerrada a las 10:00 de la
noche, ya sólo esperando a que algunos compradores ya se salgan y regresen al
día siguiente para hacer sus compras con más calma? Yo sí lo he visto y no es
más que el síndrome de las compras de pánico que la gente padece cuando recibe
un aguinaldo y no sabe cómo gastarlo más que en compras que le dejan un momento
de satisfacción y mil dolores de cabeza en enero. Recuerde, regale afecto, no
lo compre. ¿O no, querido lector? Nos leemos Aquí Mismo el próximo año.
Les deseo una feliz noche
vieja al lado de sus seres queridos, así como un próspero año 2014. Que Dios nos libre de
funcionarios corruptos, agentes voraces, mayores impuestos, retenes innecesarios y compras de pánico.
Comentarios, sugerencias,
denuncias a:
@Aquimismooax
aquimismooax@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario